Pero nunca agregué un amigo en TikTok, ni envié un mensaje directo ni me consideré un “TikToker”. Y no creo que esté solo. Para la mayoría de las personas que conozco, TikTok no es un lugar para conectarse con otras personas. Es un lugar para perder el tiempo, adormecerse, desconectarse de la realidad y flotar en el feed. Si bien esta cualidad pasiva y disociativa es excelente para la participación, también ha hecho que TikTok se sienta más intercambiable que otras redes más sociales. Si desaparece, buscaremos la solución en otra parte.

También me convence la explicación que da Hana Kiros en The Atlantic. dice tiktok es víctima de su propio éxito. La popularidad de TikTok, sostiene, ha llevado a muchas otras redes sociales a copiar sus funciones. Ahora los usuarios que quieran profundizar en un agujero interminable de videos verticales cortos y entretenidos pueden dirigirse a Instagram, YouTube, Snapchat o X, todos los cuales han introducido feeds estilo TikTok en los últimos años. Y en un mundo donde todas las aplicaciones funcionan como TikTok, la propia TikTok puede parecer menos necesaria.

Agregaré otra posibilidad optimista: tal vez estemos listos para un cambio.

Lo que significa pasar tiempo en TikTok, al menos para mí, es una especie de rendición cognitiva, una voluntad de dejar de controlar activamente mis pensamientos y sentimientos y dejar que el algoritmo de ByteDance me entretenga por un tiempo. Puede ser una experiencia placentera y en ocasiones eufórica. (Cada pocos días, mi esposa me pilla riéndome de mi teléfono y me pregunta: “¿Qué es tan gracioso?” La respuesta siempre es TikTok).

Pero a lo largo de los años, a medida que paso más y más tiempo en TikTok, también he notado cómo reconfigura mi cerebro: mi concentración se vuelve borrosa, mi capacidad de atención se acorta y me interesan menos los medios que no están enfocados con láser. alineado con mi disposición exacta de los receptores de dopamina. Otros tienen reportado que TikTok se ha convertido en una adicción dañina para ellos, una aplicación que el gobierno debería prohibir por completo porque no pueden dejar de hacerlo por sí solos.

Probablemente sea una ilusión pensar que si la prohibición entra en vigor, millones de usuarios de TikTok adictos a las pantallas comenzarán a leer “Ulises” y a dar largos paseos en su tiempo libre. Pero tal vez sea razonable encogerse de hombros ante la desaparición de TikTok y preguntarse si, después de años de prestarle atención a esta aplicación, estamos dispuestos a invertirla en otra parte.

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