David Brooks

A los estadounidenses les encantaba la idea de progreso. Si hubiera asistido a cualquiera de las ferias mundiales celebradas a lo largo de los siglos XIX y XX en ciudades como Filadelfia, St. Louis, Chicago y Nueva York, habría visto magníficos festivales que celebraban las maravillas del futuro. Si hubieras ido a Disneyworld podrías haber visitado Tomorrowland y el Carrusel del Progreso.

Pero gradualmente los intelectuales y luego muchas otras personas perdieron la fe en el progreso, en la idea de que el crecimiento, la tecnología y la innovación harían que el futuro fuera mejor que el pasado. En 2011, Virginia Postrel publicó un libro titulado “El futuro y sus enemigos”, en el que argumentaba que la verdadera división en la política no es entre izquierda y derecha, sino entre dinamistas y estadistas. Los dinámicos creen en el cambio abierto. Los estadísticos están en modo de protección. No tenemos que apresurarnos hacia el futuro confundidos, dicen; tenemos que cuidarnos a nosotros mismos.

Este conflicto es ahora pone al Partido Republicano en crisis. Elon Musk y Vivek Ramaswamy son dinamistas. Quieren dar la bienvenida a inmigrantes talentosos a la economía estadounidense, por la misma razón que los Mets de Nueva York gastaron más de 700 millones de dólares para contratar a Juan Soto. Se podía formar un equipo con todos los jugadores locales, pero no se podía aspirar a competir con los mejores del mundo.

Eso provocó gritos de indignación de quienes quieren restringir la inmigración, incluidos los partidarios de eliminar el programa de visas H-1B para inmigrantes calificados. Deberíamos emplear estadounidenses para estos trabajos, responden los de derecha del MAGA. Los alardeados avances tecnológicos que los dinamistas veneran han desgarrado a las comunidades estadounidenses.

Esta no es una disputa discreta y única. Este es el tipo de tensión central que surge en tu partido cuando haces lo que hizo Trump: tomar un partido capitalista dinámico y de libre mercado e infundirle una filosofía protectora, retrógrada y reaccionaria. También veremos este tipo de disputa en lo que respecta a la regulación económica, el comercio, la política tecnológica, la política laboral, la política de vivienda, etc.

Es normal que gente como yo desprecie a los reaccionarios. Estamos en una carrera épica con China para ver quién dominará la IA y otras tecnologías en el futuro. Por supuesto que necesitamos atraer a los mejores talentos del mundo.

Pero los reaccionarios tienen razón. Uno de mis dichos favoritos de psicología es que toda la vida es una serie de exploraciones audaces desde una base segura. Los reaccionarios tienen razón cuando señalan que las últimas décadas de cambios go-go han erosionado los cimientos seguros de muchas personas: familias estables, ciudades natales vibrantes, trayectorias profesionales plausibles para aquellos que no querían ir a la universidad, valores estables, se aplican a las comunidades juntas.

No sé si el trumpismo algún día se convertirá en una fuerza gobernante seria, pero si lo hace, su principal tarea será resolver las tensiones entre sus dinamistas y sus estadistas, es decir, hacer que la gente normal se sienta así cuando la toman. cuidados y vistos para que se sientan lo suficientemente seguros como para recibir todos los regalos que los inmigrantes calificados y el cambio tecnológico están trayendo a nuestras vidas.

A su manera peculiar, MAGA está teniendo actualmente un interesante debate interno.

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